La producción del viaje es eso que sentimos cuando lo estamos armando… esa sensación de que estamos emprendiendo un camino que no es solo físico, sino mental y espiritual.
Después nos damos cuenta que el viaje en sí es finito y pasa rápido, si nos vamos 10 o 15 días a un lugar los primeros dos días pasan como más lento porque todo es nuevo, y luego pasa rápido y damos como un salto cuántico y llegamos a los últimos dos o tres días, por el disfrute y la experiencia increíble.
Esos viajes increíbles son los que después de 20 años los seguimos teniendo en la mente y en el corazón y nos sumaron algo, y que cualquier detalle o momento en la vida nos recuerda a ese viaje y nos hace tener una sensación en el cuerpo que es indescriptible, nos hace ir a un momento y nos hace asociar ideas, y ahí nos damos cuenta que en aquel viaje aprendimos algo.
Aunque en ese momento del viaje hayamos visto algo y no nos hayamos dado cuenta, pero ingresó en nosotros y en algún momento va a salir y lo vamos a utilizar, lo vamos a apreciar, lo vamos a amar.
Entonces cuando armamos un viaje el preparativo es muy lindo, vivirlo es increíble pero no hay nada como recordarlo toda la vida, porque perdura toda la vida y ese viaje se va haciendo más largo.